21. Pero el pueblo insistió:—¡Eso no pasará jamás! Nosotros sólo serviremos al Señor.
22. Y Josué les dijo una vez más:—Ustedes son testigos contra ustedes mismos de que han decidido servir al Señor.—Sí, sí lo somos —respondió toda la asamblea.
23. Josué replicó:—Desháganse de los dioses ajenos que todavía conservan. ¡Vuélvanse de todo corazón al Señor, Dios de Israel!
24. El pueblo respondió:—Sólo al Señor nuestro Dios serviremos, y sólo a él obedeceremos.
25. Aquel mismo día Josué renovó el pacto con el pueblo de Israel. Allí mismo, en Siquén, les dio preceptos y normas,
26. y los registró en el libro de la ley de Dios. Luego tomó una enorme piedra y la colocó bajo la encina que está cerca del santuario del Señor.