1. Hermanos, no me fue posible entonces trataros como a personas animadas por el Espíritu; tuve que hacerlo como a personas inmaduras, como a cristianos en estado infantil.
2. Os alimenté con leche y no con alimentos fuertes que no podíais asimilar entonces; y tampoco podéis ahora,
3. porque seguís siendo inmaduros. Pues mientras haya entre vosotros envidias y rivalidades, ¿no es prueba de inmadurez y de que no habéis superado el nivel puramente humano?
4. En efecto, cuando uno dice: «Yo pertenezco a Pablo», y otro: «Yo a Apolo», ¿no estáis demostrando que sois todavía demasiado humanos?