39. También Nicodemo, el que una noche fue a hablar con Jesús, llegó con unos treinta kilos de perfume de mirra y áloe.
40. José y Nicodemo, pues, tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con vendas empapadas en aquel perfume, según acostumbraban hacer los judíos para enterrar a sus muertos.
41. En el lugar donde crucificaron a Jesús había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, donde todavía no se había depositado a nadie.
42. Allí pusieron el cuerpo de Jesús, porque el sepulcro estaba cerca y porque ya iba a empezar el sábado de los judíos.