8. Yo, el Predicador, repito:¡Vana ilusión, vana ilusión!¡Todo es vana ilusión!
9. Cuanto más sabio llegó a ser el Predicador, más conocimientos comunicó a la gente. También se dio a la tarea de estudiar gran número de proverbios y clasificarlos en su debido orden.
10. Hizo todo lo posible por encontrar las palabras más adecuadas para escribir convenientemente dichos verdaderos.